jueves, 22 de enero de 2015

El luto de Fidel Castro por la muerte de Franco

El luto de Fidel Castro por la muerte de Franco


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AÑADIDO IÑAKI-YO, MONUMENTAL

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COMENTARIOS
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  • Luis Alvarellos ·  Mejor comentarista
    Hay que recordar que Don Manuel Fraga viajó varias veces a la isla, supongo que con el apoyo de su partido.
  • Luis Reyes Rosello ·  Mejor comentarista · Trabaja en Dime Cuál
    JO JO, El barbudo sabe, que el el bloqueo a Cuba, undieron y mataron a marinos de la España Franquista, que llevaban a Cuba, jugetes, comida, ayuda, esto lo hicieron los aliados yanquis del dictador fFasquito.-

    Cosas de gallegos, tanto Fidel como Frasquito lo son y fueron, frasquito se murio en la cama, y Fidel,
    se hace rogar, galleguillos de los cuyon, como os conserva la Queimada y las brujas.-

    Salud, Fuerza , HABANOS
    • Francisco Jesús Expósito Rubinos ·  Mejor comentarista · Universidad de Santiago de Compostela
      En mi vida había visto tanta falta de ortografía y tal atentado a la gramática y a la lógica como es este escrito. Y tenga en cuenta el neófito lelo que tal escribe que hasta el más ignorante gallego es un genio su lado. Probablemente usted escribió todas esas tonterías bajo el efecto de estupefacientes o del alcohol. Sería lo único que medianamente lo disculpase.
    • José García · Vigo
      será por que los gallegos saben mandar
    • Manuel Herrero Borreguero ·  Mejor comentarista · Instituto San Isidro Madrid
      Todo lo contrario, José: o se pasan o no llegan, véase Rajoy.
  • Geppetto El Rebelde ·  Mejor comentarista
    Fidel Castro sintio la muerte del Caudillo y 30 millones de españoles tambien.
    • Peritta Pues Éso Mismo ·  Mejor comentarista
      Jua, jua, jua. No, si ya. Ya me vale a mi. cuarenta años después de muerto el General Bajito me estoy haciendo franquista.
      • Manuel Herrero Borreguero ·  Mejor comentarista · Instituto San Isidro Madrid
        Dan ganas, viendo lo que hay, y sobre todo por el principal cáncer de España, las pu_tas autonomías.
      • Jose Luis Riera Rico · Universidad Politécnica de Madrid (Oficial)
        Jcaca
      • Peritta Pues Éso Mismo ·  Mejor comentarista
        Manuel Herrero Borreguero .-

        Uno en su corazón no manda. Pero si se asoma desde este puto de vista podrá, se lo juro, cachondearse de los barbudos ye-yes melenudos de otra época que ahora parece que nos gobiernan

        o éso dicen.

        Y me da a mi que entonces había, además de otras ventajas sociales que ha ido perdiendo la clase obrera, más separación de poderes, porque según lo que leo ahora a cuarenta años vista, Franco gobernaba pero no legislaba.

        -Haga lo que yo: no se meta en política (sic).

        Una vez fue a inugurar una escultura de un ecce homo que había esculpido un artista catalán de cierto relumbrón y el Cristo estaba completamente del todo desnudo, cosa que al General Bajito no le gustó nada.

        -¿Le gusta a usté ésto? -le preguntó al capitoste de Bellas Artes que habría por allí pintándola y figurando.
        -Si.
        -Pues a mi no. ... Ver más
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    Ahora que el presidente EEUU, Barack Obama, ha anunciado ellevantamiento del embargo comercial a Cuba, resulta curioso recordar que la España franquista jamás participó en las sanciones al primer régimen comunista establecido en el hemisferio occidental.
    Una vez tomado el poder por los barbudos, en enero de 1959, un año después, el 20 en enero de 1960, se produjo un incidente célebre. Fidel Castro, entonces primer ministro, aparecía en un programa de la televisión y acusó a la embajada de España de amparar actividades "contrarrevolucionarias" y a los conventos de religiosos españoles de ocultar armas. El embajador, el donostiarra Juan Pablo de Lojendio, estaba viendo el programa ya acostado, pero en cuanto escuchó las acusaciones contra él y el régimen que representaba se hizo llevar a los estudios de televisión. Allí trató de intervenir en directo para refutar las mentiras de Castro.
    Según el relato de Enrique Trueba, antiguo presidente del Centro Cubano de España, publicado por Juan Jesús Aznárez (El País, 26-7-1990),
    Lojendio dijo al moderador: "Un momento, por favor. Vengo a rebatir las acusaciones que se hacen contra la embajada de España". El moderador le indicó que tenía que pedir permiso al primer ministro, Fidel Castro, a lo que contestó Lojendio. "Esto es una democracia, y el señor moderador es el que dirige". En ese momento se levantó Castro y exclamó, fuera de sí: "¡Me va a hablar de democracia el embajador de la mayor dictadura de Europa!". Entonces quitaron la imagen, pero no el sonido, y se escucharon innumerables insultos.
    Los guardaespaldas de Castro y varios periodistas de la televisión rodearon a Lojendio. Al día siguiente, el régimen cubano le dio veinticuatro horas para abandonar Cuba.

    "No romper con Cuba"

    Marcelino Oreja (v. su Memoria y esperanza. Relatos de una vida), que entonces estaba destinado en el gabinete del ministro de Asuntos Exteriores, recibió la noticia de madrugada y se trasladó al domicilio de su jefe para comunicársela. Éste, que era otro vasco, el bilbaíno Fernando María Castilla, telefoneó a Franco.
    El general le escuchó pacientemente, y al final, sin ningún otro comentario, se limitó a decir a Castiella: "No romper con Cuba. Le veré esta tarde en el Consejo de Ministros". Y colgó.
    El periodista Aznárez añadió en su reportaje que Franco "nunca premió al impetuoso embajador ni su estrafalaria defensa de los intereses españoles". Sin embargo, la verdad histórica prueba que en esa misma década Lojendio desempeñó las embajadas de Suiza, Italia y la Santa Sede.
    En los años siguientes, las relaciones entre ambos países se mantuvieron al nivel de primer secretario de embajada, pero Madrid no rompió las relaciones comerciales con La Habana, pese a las presiones de EEUU y pese a las confiscaciones que sufrió la colonia española.
    El aumento del comercio bilateral condujo a la renovación en 1971 del acuerdo comercial que se había firmado en 1959, instaurado ya el castrismo. Además, en 1975, regresaron los respectivos embajadores.
    Con motivo de la muerte de Franco, Castro decretó tres días de luto, que trató que pasasen inadvertidos, pero un periodista de la agencia EFE,Francisco Rubiales, dio la noticia.
    Al amanecer del día 21 suena el teléfono y es el embajador de España, Enrique Suárez de Puga, que me comunica la noticia: "Paco: Cuba decreta tres días de duelo oficial por la muerte de Franco". "No me lo creo, embajador; debe ser una broma". "Estoy hablando en serio. Tengo aquí delante el decreto oficial, firmado por el presidente Oswaldo Dorticós". "Lo siento, embajador, pero tengo que verlo con mis propios ojos". “Vente para la embajada”.
    Regresé a mi casa y envié la noticia URGENTE a EFE, que la rebotó de inmediato por todos sus canales. Días después pude poner en pie toda la historia: Cuba decretó duelo oficial, pero quiso mantener esa comunicación en niveles privados para quedar bien con España y, al mismo tiempo, evitar un escándalo internacional. Nadie había previsto que un periodista lanzara la noticia.

    Elogios del Comandante al Caudillo

    En septiembre de 1978, Adolfo Suárez, presidente del Gobierno español, realizó una gira a Venezuela y Cuba. La escala en Cuba era la más destacada, porque la dictadura comunista, implicada en terrorismo y agresiones militares, estaba sometida a un aislamiento diplomático por parte del mundo libre.
    Inocencio Arias (Los presidentes y la diplomacia) revela que Fidel Castro, en una rueda de prensa en la que se coló, porque estaba reservada sólo para Suárez,
    hizo en un encendido elogio del anterior jefe del Estado español que, entonó, había resistido las presiones del imperialismo yanqui para cortar los contactos con Cuba. Franco se negó a eliminar los vuelos de Iberia y pocos años antes había firmado un voluminoso contrato de compra de azúcar con La Habana.
    Los periodistas españoles se quedaron pasmados, tanto que ninguno de los grandes periódicos, ABCEl País o La Vanguardia, recogió la anécdota.
    Incluso Marcelino Oreja, que acompañó a Suárez en ese viaje como ministro de Asuntos Exteriores, disimula en sus memorias las palabras de Castro y elimina la molesta mención al innombrable Franco.
    Encomió el proceso político seguido por nuestro país y el esfuerzo del rey de España y el presidente Suárez, y mostró su reconocimiento por nuestra solidaridad cuando España se resistió a las presiones de Estados Unidos y no aceptó el bloqueo (sic), a pesar de las diferencias políticas entre los dos países.
    Unos años más tarde, en un libro publicado en 2006 (Fidel Castro. Una biografía a dos voces), repitió los elogios a Franco.
    Fue una actitud meritoria, que merece nuestro respeto e incluso merece, en ese punto, nuestro agradecimiento. No quiso ceder a la presión norteamericana. Actuó con testarudez gallega. No rompió relaciones con Cuba. Su actitud fue firmísima.
    La actitud de Franco respecto a Cuba se suele atribuir a varias razones. Una fue la aplicación estricta de la Doctrina Estrada en Derecho Internacional y que se resume en que los Estados mantienen relaciones entre sí con independencia de los Gobiernos. El régimen del 18 de Julio reclamaba para sí esa doctrina. Otra, que España, uno de cuyos pilares en política internacional era la comunidad hispanoamericana, no podía romper con uno de esos miembros, pasase lo que pasase. Y la tercera, que Madrid quería evitar que Cuba se convirtiese en un centro de actividades antifranquistas, como ya lo eran México, que reconocía al decrépito Gobierno republicano y no mantenía relaciones diplomáticas con España, y Venezuela.
    Paradojas de la política, el lenguaraz Fidel Castro, del que no sabemos si sigue vivo, suele cambiar los elogios por insultos y viceversa en función de su humor, de su audiencia y de sus intereses. En el último libro citado, insultó a José María Aznar tildándole de "franquista", "reaccionario" y "heredero del fascismo". ¿No habíamos quedado en que Franco había sido amigo de Cuba?
    Peor fue el chorreo que le cayó a Felipe González, al que Fidel atribuyó haber contribuido a hundir la URSS:
    Los primeros consejeros de Gorbachov fueron la gente de Felipe. (…) Yo hacía rato que me sabía de memoria que Felipe no tenía nada de socialista, en absoluto. Y Felipe feliz, estaba mandando a su gente a asesorar allá a Gorbachov.
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